Me enamoré...

Me enamoré...


Me enamoré del hombre cohibido,
un ser figurante en la pasión,
a que sus brazos hoy buscan un olvido.

Me enamoré de la voz consoladora,
donde hubo un destino y noches vividas,
dejando atrás lo que jamás hubiéramos querido.

Me enamoré de lo impedido y lo concebido,
del albor llameante de sus ojos
y del alentarte susurro de su vos.

Me enamoré cuando el corazón aún estaba dormido
y no aparentaba despertar en otro olvido
para darse cuenta de tanta falsedad.

Me enamoré de la irritante espera
engañando a la razón,
para lograr este desabrido abrigo.

Me enamoré de los sentimientos ajenos,
rasgando la esperanza de sentir un poco de amor
surcando caminos ungidos.

Me enamoré del hombre ecuánime,
incapaz de dar su vida por los sueños,
capaz de sentir rencor hacia este vírico corazón.

Me enamoré celosamente de los latidos prófugos.
Hoy acopio las cenizas de las palabras vividas
y de las sentencias escritas, en una vereda obstruida.




En/Inercia.
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2010.

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